jueves, 12 de agosto de 2010

Mínima Hipótesis de Trabajo

La investigación de la experiencia sensorial motivada y guiada por una hipótesis de trabajo, que conduzca, por inferencias lógicas, a la formulación de una teoría explicativa, y que dé por resultado una consiguiente acción tecnologica: eso es la ciencia natural.
Si no existe hipótesis de trabajo no hay motivo que justifique la investigación, ni hay razón que explique por qué se realiza este experimento y no ese otro, ni tampoco hay manera de dar sentido u orden a los hechos observados.

Por el contrario, un exceso de hipótesis de trabajo trae consigo el hallazgo solamente de aquello que se sabe previamente que está ahí donde se busca, ignorando todo lo demás. El dogma convierte al hombre en un Procusto* intelectual: se dedica a forzar las cosas para que se conviertan en señal de sus patrones verbales, cuando debería más bien adaptar sus patrones verbales para que fueran señal de las cosas.

Entre otras cosas, la religión es también investigación: investigación sobre, conducente a teorías acerca de, y acción a la luz de... la experiencia no sensible, no física, puramente espiritual.

Para motivar y guiar esta investigación, ¿qué clase de hipótesis de trabajo necesitamos?

Según los humanistas sentimentales, ninguna; bastaría un poco de Wordsworth, en cambio, para los adoradores de la naturaleza. Resultado: carecen de motivo que les inpulse a realizar los experimentos más arduos; son incapaces de explicar los hechos no sensibles que les salen al paso; es bien escaso su avance en lo que atañe a la caridad.

Al otro extremo de la escala se hallan los católicos, los judios, los musulmanes, con sus religiones históricas, cien por cien reveladas. Estos pueblos tienen sus propias hipótesis de trabajo acerca de la realidad no sensible, lo cual significa que tienen un motivo para hacer algo al respecto. Pero como sus hipótesis de trabajo son demasiado laboriosamente dogmaticas, la mayor parte de ellos descubre solo aquelloen que inicialmente se les enseñó a creer. Y lo que creen es una mezcla de cosas buenas, cosas menos buenas e incluso cosas bastante malas. Los registros de las intuiciones infalibles de los grandes santos respecto a la más elevada realidad espirititual vienen mezclados con registros de intuiciones menos fiables e infinitamente menos valiosas, de personas con poderes psíquicos, pertenecientes a los niveles inferiores de la realidad no sensible; a todo ello se añaden meros caprichos, razonamientos discursitivos y sentimentalidades proyectados hacia una especie de objetividad secundaria y adorados como si se tratase de hechos divinos. Pero en todas las épocas y a despecho estas trabas, unos cuantos han persistido y han continuado investigando hasta el fondo en el que finalmente pudieran encontrarse del otro lado de los dogmas, en la Clara Luz del Vacío que hay más allá.
Para quienes no somos congénitamente miembros de una iglesia organizada, para quienes hemos descubierto que el humanismo y la adoración de la naturaleza no son suficientes, para quienes no nos contentamos con seguir a oscuras en la ignorancia, la miseria del vicio o esa otra miseria que es la respetabilidad, la mínima hipótesis de trabajo diríase que se articula sobre estos puntos:
Que existe una Divinidad, un Fundamento, Brahman, Clara Luz del Vacío, que es el principio no manifiesto de todas las manifestaciones;
Que ese Fundamento que cimienta el ser es a un tiempo tracendente e inmanente ;
Que es posible que los seres humanos amen, conozcan y, a partir de la virtualidad, lleguen a ser idénticos al Fundamento divino;
Que lograr ese conocimiento unitivo de la Divinidad es la finalidad y el propósito de la existencia humana.
Que hay una Ley o Dharma que ha de ser obedecida, un Tao o caminoque ha de ser recorrido, si los hombres han de alcanzar esa finalidad.
Que cuanto más haya del yo, menos habrá de la Divinidad ; que el Tao es por consiguiente una vía de humildad y de amor, el que el Tao es por consiguiente una vía de humildad y de amor, el Dharma una ley viviente de mortificación y de conciencia autotrasendente. Esto, por descontado, explica los hechos de la historia. A todo el mundo le gusta su ego, y no desea mortificarlo; es más divertido abusar y vivir de la adulación de uno mismo que de la humildad y la compasión; todo el mundo está lógicamente determinado a no entender por qué no debería y . Evidentemente, se lo pasan bien, pero también es inevitable que haya guerras, que los hombres sufran la sífilis, la tiranía y el alcoholismo. En ausencia de una hipótesis religiosa religiosa adecuada, se encuentran ante la elección entre una idolatría enloquecida, como puede ser el nacionalismo, y la sensación de futilidad y desesperación absolutas. ¡Misterios in sondables! pero a lo largo de la historia de la que tenemos constacia , la inmensa mayoría de los hombres y mujeres han preferido el riesgo-no, la posible certeza- de tales desastres, antes que afrontar el fatigosa esfuerzo integral de buscar primero el reino de Dios. A la larga, obtenemos exactamente lo que habíamos pedido.

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