miércoles, 24 de junio de 2009

Los Cuervos de Pearblossom....Cont...2

Cuando la señora Cuervo regresaba de la tienda, a la que iba todas las tardes a comprar comestibles, y encontraba vacío el nido, se decía: "¿Que le pudo haber sucedido a mi querido huevito?", mientras buscaba por todos lados. Pero como nunca lo encontraba, después de tomar el té, ponía otro.

Desde hacía tiempo que esto pasaba, hasta que un buen día, la señora Cuervo volvió a casa más temprano de lo habitual y encontró al señor Serpiente en el momento en que éste tragaba el último huevo.
-¡Monstruo!-le gritó ella llorando -. ¿Qué estás haciendo? -Estoy desayunando -respondió la serpiente con la boca llena , para luego deslizarse por el árbol hasta su agujero.

Esa tarde, cuando el señor Cuervo volvió a su casa desde Palmdale, donde trabajaba como ayudante del gerente en la farmacia, encontró a su esposa muy pálida, fuera de su nido, paseándose por las ramas de arriba abajo.

-¿Qué te sucede, Amelia? Pareces enferma - le dijo-. ¿No te habrás empachado otra vez por comer en exceso, verdad?

-¡Cómo puedes ser tan Grosero e insensible! -estalló ella, fuera de sí-. Aquí me tienes, me mato trabajando para que el nido esté bien y además pongo un huevo por día. Todos los días claro está salvo los domingos y los feriados. Eso quiere decir que he puesto doscientos noventa y siete huevos en un año y no ha salido del cascarón ni un solo pichón. ¡Y todo lo que me preguntas es si he comido de más! ¡Cada vez que pienso en esa terrible serpiente, no puedo dejar de temblar!

-¿Una serpiente? -dijo el señor Cuervo-. ¿Que serpiente? -La que se comió todos mis queridos huevitos -dijo la señora Cuervo, y una vez más estalló en lágrimas.
Cuando por fin pudo explicar lo que había pasado, el señor Cuervo agitó la cabeza.

-Esto es serio -dijo-. Alguien debería hacer algo.
-¿Por qué no bajas hasta el agujero de la serpiente y la matas? -le preguntó la señora Cuervo.
-No creo que sea una buena idea
-contestó el señor Cuervo.
-¡Abraham, tienes miedo!

-¿Miedo? -repitió el señor Cuervo-. Nunca dije que tuviera miedo. Todo lo que dije fue que creo que esa no era una buena idea. debo agregar que raramente tu ideas son buenas. Por eso iré y hablaré con mi compadre el Búho. Él es un pensador. Sus ideas siempre son buenas.

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